Adiós a Servidora

La vida es una aventura y te va conduciendo por derroteros que a lo mejor nunca te habrías planteado. A veces esos derroteros te llevan a conocer gente interesante, gente nunca mejor dicho, diferente. Gente que te hace replantearte las ideas que hasta ese momento tienes o que te dice, mira Perico ¿Porqué no te replanteas el problema de esta manera? Y lo que antes pensabas que era erróneo, en ese momento ya no lo es tanto. 

Desde que terminé la carrera, siempre he dicho que la universidad, con sus encantos y sus miserias, tenía un balance positivo, no sólo por la nuevos conocimientos que allí adquieres, sino también por las experiencias que compartes con otros y ese toque nuevo diferente con el que te planteas la forma de ver las cosas de este mundo. Y justamente fue allí donde crucé con una de esas personas "diferentes": Servidora.  Las tutorías de introducción a la programación, teoría de autómatas y lenguajes formales y el proyecto de fin de carrera fueron algo más que tutorías porque después de hablar de los "negocios", siempre había tiempo para intercambiar experiencias personales y si se podía, tomar un café bien calentito de esos que me gustan tanto. Así que poquito a poco se fue fraguando una relación que afortunadamente no se perdió después de abandonar la institución. No nos veíamos de manera frecuente pero el contacto por correo electrónico era algo habitual así como de vez en cuando esas visitas a su despacho para echarnos unas risas.

Gracias servidora por haber estado ahí, por haber sido como eres y por haber luchado contra tu enfermedad como lo has hecho. Gracias por tus aportaciones a mis blogs que a partir de ahora te echarán de menos. Tu habitación ha sido un tropel de gente y eso ha sido una demostración de lo grande que has sido y de lo que muchos te han apreciado. Mi cabeza me dice que después de esto no hay nada, sin embargo mi corazón se resiste a eso y me dice que no, que todos formamos parte de algo mas grande, que somos pequeños trozos de una gran pastilla de plastilina. Me dice mi corazón que hasta la vista maja.