
Ya hace unos días que me enteré de que el señor en cuestión del que voy a hablar ha dimitido. Ya sé que pasó la tormenta y se queda algo ahora es resaca. Más acertado o menos, ya hace tiempo que decidí dejar de ver la televisión y las noticias y sucesos me van llegando como me llegan.
La cuestión es que, hace ahora algo más de una semana, me encontraba uno de los periódicos del día en la cantina de la escuela de idiomas y, como siempre, ante un medio de estos me voy directo a las columnas de opinión para ver lo que algunos cuentan. En este caso leí el diario El Mundo y en la sección Zoom había un escrito de una tal Carmen Rigalt que decía lo siguiente:
"El machaque, en política, no siempre es eficaz. A estas alturas de la montería, el cazador todavía no ha sido cazado, y, contra todo lo que opina el grueso de los tertulianos políticos, el personal está bastante harto.
Vale ya de cinismos y moralina. Vale ya de atribuirle a la caza sólo un valor estético y costumbrista, berlanguiano. La civilización avanza por algo. Iniciado ya el siglo XXI, cuando los corderitos son sacrificados en matadero con hilo musical, no podemos reducir la caza a un par de planteamientos estéticos y secundarios, de categoría anecdótica. La caza es algo más que estética. Es ética.
La imagen del despropósito muestra las miserias de la condición humana, con los mamíferos superiores ejerciendosu preponderancia al estilo de Altamira. Un espanto. En la película 'El Cazador' hay una secuencia bellísima en la que Robert de Niro, cazador rehabillitado tras su paso por la guerra de Vietnam, contempla por la mirilla del fusil la mirada indefensa de su presa y todos los músculos se le paralizan. No puede apretar el gatillo. La caza le recuerda la guerra.
El día que me desayuné con la foto de los cazadores posando impúdicamente con sus trofeos, creía que me daba algo. Nunca he ido a una montería, pero conozco la argumentación de la que se sirven los cazadores para justificar su afición. Y la estética que les arropa: es lenguaje corporal, código de comunicación entre la tribu. Cuando por la calle veo un loden verde, me pongo de los nervios. Cierto es que mucha gente viste abrigos verdes par andar por el asfalto, sin haber pegado nunca una perdigonada en su vida, pero gilipollas los hay en todas partes. Lo que no había visto nunca es ese gesto de satisfacción que invade los cazadores cuando posan con sus presas. Gesto obsceno, placentero, exhibicionista, fatuo.
Sé que la caza es legal y que el ecosistema debe reglarse. Eso dicen los cazadores para justificar las monterías. Existe la caza porque existe la fauna desmadrada, añaden ellos. No me vale. Tamién existen los muertos y, sin embargo, no consta en ninguna parte la vocación de sepulturero."
Una vez acabada la columna de Carmen yo añado ¿Alguien se ha planteado porqué la fauna está desmadrada? ¿Porqué ese egocentrismo nuestro en pensar que las cosas funcionan por, para y gracias a nosotros? ¿Cuando entenderemos que formamos parte del todo y no el todo parte de nosotros? ¿No será que, entre otras cosas, nos hemos cargado las "alimañas": lobo, lince, rapaces, etc? Como planteaba en una de las preguntas... Bien por justificar el puñetero vicio de la caza o por justificar nuestro ego, nos empeñamos en creer, hacer creer o pensar que la naturaleza necesita de nosotros para regularse cuando la realidad es lo contrario (y lo ha sido durante toda la historia del planeta).
Y respecto a nuestros políticos, pues ya veis cómo tenemos el panorama. Un ministro de justicia que alardea de "carnicerías", unos compañeros que lo vitorean en el congreso a la voz de "torero", un ministro de cultura y un defensor del pueblo taurinos, llamando éste último a los antitaurinos "tontos", alegando que "a los tontos no se les puede hacer entender ciertas cosas". Gracias señor defensor del pueblo "progre". Si torturar a un animal por mera diversión es algo "progresista", que baje Dios y lo vea. Como dice mi padre: Baja Manolo, baja. Os dejo otra foto para la posteridad, que por cierto, tiene un título de portada sin desperdicio.

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