
Dicen que en la variedad está el gusto, que en la diversidad está la riqueza. Es habitual que cuando uno comparte sus opiniones en cuanto a su filosofía y alimentación, tenga que aceptar que haya gente que decida mantener su dieta omnívora, lo cual, si se respetan ciertos principios básicos, no me queda más remedio que aceptarlo.
Hace ya unos días que rumiaba cómo conseguir reducir el impacto de los omnívoros sobre el planeta. Estábamos comiendo
Lorena y yo en el patio del pueblo y le propuse que porqué no dedicaba un día de la semana a no comer ni carne ni pescado, y ella, para mi sorpresa, me comentó que ya lo estaba poniendo en práctica. Así que, pensando en la campaña que hace unas semanas llevó a cabo WWF para darle un respiro al planeta, en cuanto al consumo energético, lo mismo pueden hacer los omnívoros cada semana, lo cual, su cuerpo y el planeta, agradecerán.
En cuanto a la carne no sólo es una cuestión del trato al animal, es una cuestión de que cada vez en este planeta, por desgracia, somos más, los cuales requerimos de más carne, lo que supone más animales y por lo tanto tener que deforestar más para tener más zona de cultivo para forraje. Es un hecho que desde que el hombre se hizo sedentario y, sobre todo, comenzó a criar ganado, la deforestación comenzó a hacer su mella en los ecosistemas, siendo los primeros perjudicados los depredadores (y si no que se lo pregunten al lobo). Así que, si intentamos resumir un poco, tenemos que para mantener más ganado necesitamos más forraje, con lo cual no sólo necesitamos zona de cultivo para nuestras frutas y verduras, sino también más para el ganado. Más ganado siginifica más emisiones de metano, gas invernadero 24 veces más potente que el CO2 y además, como he comentado, la deforestación desestabiliza los ecosistemas. También necesitamos energía para mantener unas condiciones ambientales aceptables en las instalaciones donde están los animales, diez veces más agua, energía para el transporte de los animales, energía para el sacrificio y despiece de los mismos, energía para el transporte de sus despojos, energía para generar su envasado, energía para poder mantener los despojos y que no se echen a perder, energía para concinarlos y energía para poder recoger los envases y posteriormente reciclarlos (si es que se llega a ello porque no siempre es así).
Respecto al pescado, realmente lo más preocupante a día de hoy es el esquilmado que le estamos haciendo al mar. Literalmente: lo estamos vaciando. Es más, se estima que a este ritmo puede que no quede mucha más pesca, tal como la conocemos, a partir del 2050. Barcos pesqueros sobran, como muchos apuntan ya, y medidas de control faltan, pero el político, por el motivo que sea, no se ha atrevido a acotar el terreno y ha dejado que la "naturaleza" siga su curso. Los bancos canadienses de bacalao no se recuperan desde hace unos 20 años, historia que no tardará mucho en repetirse, con el atún, si no se ponen los medios y el cual se está cazando cuatro veces por encima de lo permitido. Peor suerte están corriendo los tiburones, no sólo ya por su aleta si no por la maldita propaganda de su cartílago, cuando gran parte de las bondades que se le atribuyen carecen de rigor científico (están timando a la gente y alimentando mafias) y para las otras existen alternativas totalmente fiables y contrastadas. Y aprovechando la ocasión, os dejo un
enlace a la lista roja de pescado que ha generado Greenpeace.
Así por encima creo haber dado un par de razones para ser responsable planetariamente. El festín del que hemos disfrutado durante estos últimos doscientos años hay que darlo por finalizado. No sólo como especie es que hayamos crecido demasiado, sino que en nuestra ignorancia estamos dañando al planeta mucho más rápido de lo que éste tarda en regenerase, como lo oyes, desde la década de los 80 hemos convertido esta bola azul en un vertedero.
Tienes tres opciones:
- Calificar este escrito de alarmista e insuficientemente documentado.
- Mirar hacia otro lado, meter la cabeza en tierra como los avestruces y pensar que otros arreglarán el problema.
- Coger la sartén por el mango y comenzar a formar parte de la solución.
La pelota está ahora en tu tejado.
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