Resulta que el Consell Valencià de Cultura, Consejo Valenciano de Cultura para los foráneos, aprobó en el pleno del día 26 de noviembre un informe en el que se pedía la supresión del toro embolado dado que dicha actividad implica el sufrimiento del animal. Pero con la Iglesia hemos topado Sancho pues ¿Quién le pone el cascabel al gato? Si tenemos que esperar a que lo haga uno de nuestros actuales políticos apañados vamos (y cuando digo políticos me refiero a los de aquí y a los de Madrid). Así que, sin tener muchas luces, la respuesta no se hizo de esperar, el señor Castellano, conseller de Gobernación, dejó bien claro que de eso nada de nada monada y que por supuesto, continuará dando todos los permisos que hagan falta siempre y cuando se cumplan los requisitos establecidos legalmente (faltaría más).
Señor Castellano, no esperaba menos de usted, entraba en mis planes que usted continuara dando el opio al "pueblo", a esa jauría adormecida que en su momentos de esparcimiento, a falta de imaginación, no tienen nada mejor que hacer que convertir la vida de un ser vivo en un suplicio. Creo señor Castellano que la mejor manera de ser consciente de un problema es sentirlo uno en sus propias carnes, por lo que yo le propondría en el verano de 2010 para que fuese usted el embolado. Una vez recuperado del escarnio, si llega el caso, ya hablaríamos del gobierno nunca mejor dicho, puede que el cristal con el que contemplase el problema cambiara de color. A día de hoy, las ansias de sillón, los intereses de partido, no sólo del suyo, y la falta de sensibilidad, hacen que las cosas sigan siendo como son, manteniendo una actividad torturadora en base a una supuesta tradición que responde más bien a hombres salidos de las cavernas (aunque mis dudas tengo de si serían en este aspecto tan cafres como lo somos en este asunto). Así que no cambie y continúe, con todos mis respetos hacia los futbolistas, con fútbol y toros, como ya hacía antaño el tío Paco. Continúe alimentando el "paradigma", por lo que
le recomiendo encarecidamente que lea esto porque no tiene desperdicio, pero leerlo significa también reflexionar, no se olvide.
El Consell, en su "benevolencia", pedía la supresión del toro embolado por tras formas más imaginativas de bou al carrer. Creo que los componentes de ese Consell son demasiado optimistas cuando apelan a eso de la "imaginación", pues se trata de un recurso más bien escaso, diría yo, entre los señoritos, machitos, chulitos, desencantados, frustrados de la vida y otros elementos sin catalogar que participan en esta tortura.
Señor Castellano, no se vaya por los cerros de Ubeda con aquéllo de que tenemos el decreto más estricto en materia de seguridad en estas celebraciones, no es una cuestión de seguridad, es una cuestión de maltrato, a ver si nos entendemos, que le repito, mal-tra-to, que no me mire para otro lado ni intente desviar la atención, no sé si me explico. Porque encima no sólo nos toca costear con nuestros impuestos esta desdichada fiesta, tradición o como quieran llamarlo, sino que también nos toca abonar los gastos médicos del tarugo de turno que ha ido a tocarle "las castañas" al animal y se ha llevado un buen cornazo. Ya que tenemos que aguantar esta vergüenza nacional, el que se ponga delante de un toro que se contrate un buen seguro privado. Ya está bien de sufragar con nuestro dinero sangre y sufrimiento.
Así que visto lo visto y para terminar, hay que buscar el lado positivo de las cosas y éste es el hecho de que un organismo oficial se haya atrevido a cuestionar el asunto en esta tierra. Ya era hora y tiempo al tiempo.
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