
Refrescando la memoria sobre lo dañinos que son los vuelos en avión, aquí os resumo, por motivos de derechos de autor, una carta enviada por un lectora a la revista CNR. El escrito en cuestión lo podéis encontrar en el número 114 del mes de agosto de 2006. Imagino que el reportaje lo podéis encontrar en el número anterior.
Bueno, a lo que vamos, la remitente se tira las manos a la cabeza cuando se entera que recorrer 1000 kms en avión contamina el equivalente a la luz, calefacción y transporte terrestre consumido durante 2,5 años. Cuando se para a pensar sobre el daño que causa el uso irracional de estos aparatos, se pregunta si realmente merece la pena llevar una vida con el menor impacto ecológico posible (se refiere a reciclar, apagar luces, usar la bicicleta, etc), pues compara las dos circunstancias con dar aspirinas a un enfermo terminal.
Por cierto, el reportaje en cuestión tiene un título sin desperdicio: "Volando hacia el abismo". Asimismo, parece ser que ha habido una actualización sobre emisiones de CO2 y se ha producido un incremento en las emisiones provenientes del transporte. Hasta hace poco, el transporte representaba un 15% del total de emisiones, ahora parece ser que alcanza el 25% e incluso algún estudio ya apunta al 40%. Independientemente de cuál sea el porcentaje, hay que tener en mente que la mitad de esas aportaciones provienen de la aviación. Insisto, los viajes en avión con cuentagotas, si es uno al año mejor que dos. Y por cierto, vuelos nacionales por viaje de placer, excepto Canarias, pues como que no. Agur.
Etiquetas: Aviones, Cambio Climático