
Los posts que coloco en este blog, más o menos, surgen de dos fuentes: de ratos en los que me da por divagar o de diferentes fuentes de información. Y como en cualquier actividad, hay días muy provechosos y otros que no son para nada productivos. Así que aprovecho los días productivos para escribir posts y dejarlos amontonados para cuando me apetezca publicarlos o no se me ocurra nada sobre lo que escribir.
Hace unos días, en el
post previo a este que estáis leyendo, Ardorín me hacía un comentario que me trajo a la cabeza un recorte de prensa que tenía por ahí amontonado, como tantos, je, je... Así que Ardorín, aquí te dejo una carta al director del diario El País, con fecha de 27 de Mayo. La cuestión es que su autor, Nicolás Fabelo González, Galápagos, Madrid, hace una reflexión que a mi criterio me parece muy interesante y que debería de estar en las mentes de algunos cuantos....
LA CULPA NUNCA ES NUESTRA
Aumentan los accidentes de tráfico: la culpa es del mal estado de las carreteras, de la deficiente señalización, de las inclemencias meteorológicas...., nunca de la gente que conduce de manera agresiva y demencial, de quienes presumen "controlar" a 180 Kms/h y adelantan a quienes van pisando huevos a 130.
Los programas de la telebasura consolidan su liderazgo en la pequeña pantalla: la culpa es de las cadenas que los emiten y no ofrecen espacios culturales alternativos, de los políticos que no dan una respuesta adecuada a la cuestión, de la pobreza cultural intrínseca al capitalismo..., nunca del espíritu chismoso y de la zafiedad de muchos integrantes de la sociedad, que ejercen apoltronados en su sofá una absoluta soberanía sobre su mando a distancia.
Se agrava el "efecto invernadero": la culpa es de las compañías transnacionales, del capitalismo depredador, del Gobierno de Estados Unidos..., nunca de quienes emplean su todoterreno para hacer la compra en el súper de al lado, de quienes ponen el termostato de la calefacción en 26ºC y el aire acondicinado en 17ºC.
Muchos sinvergüenzas se enriquecen destruyendo el entorno natural y sembrando el caos urbanístico a su paso: la culpa es del mundo de la política, de las deficiencias de la legislación del suelo, de la rapacidad del capitalismo..., nunca de quienes se muestran más preocupados por la política de fichajes de su equipo de fútbol que por la gestión de su municipio o comunidad.
En suma, que la culpa nunca parece ser del pueblo, sino de sus gobernantes (¡ a qué político con intención de mediar se le ocurriría poner en duda la archisupuesta inteligencia y sentido común del pueblo!), de los empresarios, de los periodistas o de esa obscura abstracción llamada sistema.
Amén (esto lo pongo yo ;-) ). Por cierto, juraría que este hombre por un momento ha leído mi mente....